09 agosto, 2013

El misterio de la cruz

Tomado de: blogs.21rs.es
Evangelio según San Mateo 16,24-28.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.
Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino".
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La vida sin cruz no es vida, porque la cruz hace parte de la vida. Jesús no vino al mundo a acabar con el sufrimiento sino a enseñarnos a sufrir. Y cuando el sufrimiento se entrega a Dios en una acto de oración deja de ser sufrimiento y se convierte en sacrificio. Y los sacrificios son agradables a Dios cuando se hacen por amor. La cruz le da sentido a la vida. La cruz le da sabor a la vida. La cruz nos acerca a Jesús. Entonces ¿por qué rechazarla? ¿Por qué huirle?
El problema de la cruz es que es muy buena mientras nos se tenga. Pero mientras se tiene se desea la de los demás y se desprecia la propia.
Jesús dijo:  "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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