20 agosto, 2013

Sólo Dios

Tomado de:http://beatorafaelarnaiz.blogspot.com/
Evangelio según San Mateo 19,23-30.
Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos".
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.
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El pueblo judío, que inicialmente creía en el sheol (lugar de los muertos, como una especie de limbo), pensaba que toda la retribución que Dios les podía dar por ser buenos consistía en riquezas y descendencia acá en la tierra. Un hombre justo era un hombre rico y con muchos hijos. Como la vida eterna no era para ellos, inicialmente, más que descender al lugar de los muertos, entonces ser ricos era una bendición de Dios.
Ahora nos encontramos con un Jesús que dice que es muy difícil que los ricos entren al Reino de los Cielos. ¿Acaso esto no es contradecir la tesis tradicional de Israel sobre la riqueza como bendición de Dios? De ahí que la pregunta de los discípulos sea tan contundente: ¿Entonces quién podrá salvarse? Ellos nos se refieren a los ricos sino a todos, porque si los ricos son, según el pensamiento tradicional de Israel, los justos, y los ricos no se salvan fácilmente, entonces, los justos no se salvan fácilmente (silogismo básico). Y si los justos no se salvan fácilmente, menos lo harán los pecadores... entonces ¿quién podrá salvarse?
Así pues, entendemos la respuesta de Jesús: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
Recuerdo en este momento el proverbio que dice: Padre no me des riqueza ni pobreza. Concédeme mi ración de pan cada día (Proverbios 30, 8). Lo que me hace pensar que lo necesario es Dios y lo demás es una herramienta. La riqueza puede ser una excelente herramienta para llegar a Dios al igual que la pobreza. Lo mismo pasa con la salud o la enfermedad, la felicidad o el dolor. Pero en definitiva ¿qué queda? sólo Dios, como decía San Rafael Arnaiz, sólo Dios. "Solamente en el silencio se puede vivir, pero no en el silencio de palabras y de obras..., no; es otra cosa muy difícil de explicar... Es el silencio del que quiere mucho, mucho, y no sabe qué decir, ni qué pensar, ni qué desear, ni qué hacer... Sólo Dios allá adentro, muy calladito, esperando, esperando, no sé..., es muy bueno el Señor. (Rafael Arnáiz)".

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