El Señor nos enseña a enseñar, el se sienta con su pueblo y se pone a amar, Él ama de la manera que lo sabe hacer pues es el mismo Dios, le llevan cantidad de enfermos y el los cura con su misericordia y bondad, con su amor poderosísimo, Él los ama con todas sus llagas.
Nosotros somos ese pobre pueblo que no tenemos más que comer, sin embargo él nos da de comer el verdadero pan, el pan bajado del cielo, Él abre sus manos de misericordia y nos sana con su amor, a nosotros y nuestras familias.
A quien iremos si solo él tiene palabras de vida eterna, solo nuestro Señor nos enseña el camino de la vida en Él, Él multiplica los panes y multiplica los pescados para darnos de su amor, para llenar nuestros cuerpos fatigados que mueren de vacios en el corazón.
Por eso Jesús nos ordena que nos sentemos en sus pies, que nos quedemos frente a él y que nos amemos continuamente. Él nos alimenta con su vida y luego nos enseña a amar y darnos por completo a los otros.
Oh Señor enséñanos a entender tu designio de amor, a seguirlo con nuestra vida y a darnos por completo hasta el extremo.
¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
¡Ad Maiorem Dei Gloriam per María!
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