Lc 11, 47-54
¡Ay de ustedes, Maestros de la Ley, que se han quedado con la llave del saber; ustedes, que no han entrado y han cerrado el paso a los que intentaban entrar!
Más vale ser un santo ignorante que un sabio pecador. Más vale no saber nada de las cosas de este mundo y conservar la gracia divina, que ser un “gran sabio” y desconocer a Dios. ¿De qué sirven todas las riquezas intelectuales de esta vida si perdemos la verdadera riqueza que es el conocimiento de Dios?
Qué sabios han sido los que han ignorado todo por conocer a Dios. Qué inteligentes han sido los que se han hecho ignorantes ante el pecado y la malicia.
Hace un par de días comprendí que no ser santo no es ser un pecador… no ser santo es ser un fracasado.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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