Jueves, 06 de octubre de 2011. Lc 11, 5-13.
¡Hermosa pedagogía divina! empieza hablándonos de la amistad desde nuestra realidad humana, la enlaza maravillosamente con la oración y ésta se profundiza y cobra vida en la concepción de Dios como Padre de bondad, como nuestro Buen Dios.
En la amistad normalmente, no se tiene vergüenza de llamar a la hora que sea al amigo, la confianza es tal, que se es capaz de pedir un favor, pero también de decirle al otro que está tarde, sin embargo, ante la petición del amigo, no se es capaz de no darle respuesta, aun cuando esta implique sacrificio, renuncia, implique levantarse o quizás dormir menos, aun cuando implique negarse. Si eso lo vemos en los amigos de la tierra que fallan y se muren ¿Cuánto más no hará nuestro Padre del Cielo, nuestro Amigo que dio su vida por ti y por mi?
Ahora bien, me pregunto ¿Por qué pide 3 panes? ¿No necesita solo dos, el de él y el del amigo? Creo que
pueden ser 3, para que el amigo quede saciado, pues si tiene mucha hambre por el viaje pueda comer otro demás ¡hermoso! ¡Qué buen amigo! Y el otro le dio el pan sin reparo, porque hasta valora el amigo de su amigo. Jesús valora nuestros amigos, de nosotros sus amigos.
Enseñándonos sobre la oración Jesús nos enseña a través de tres verbos: Pedid, buscad y llamad, uno va seguido del otro y esto lo aprendemos de la Inmaculada: En el momento de la anunciación Ella pedía que llegara el Mesías; buscaba su venida con su propia inmolación, colaborando, cooperando, tanto que es corredentora; llamaba al elevar su voz, su suplica, tanto que tocó el corazón de Dios como ningún profeta pudo recibir como respuesta. La oración es una relación activa de Amor filial y de Amistad.
Oh mi Señora, a ti nada es negado, por tu medio pedimos el Amor, danos a Jesús, encontrar a Jesus y entrar por la puerta, por el Camino, vivir en la Divina Voluntad. Amén.
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