07 mayo, 2013

El encuentro con Dios es triple

Evangelio según San Juan 16,5-11.
Pero ahora me voy donde Aquel que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta adónde voy.
Se han llenado de tristeza al oír lo que les dije, pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo.
Cuando venga él, rebatirá al mundo en lo que toca al pecado, al camino de justicia y al juicio.
¿Qué pecado? Que no creyeron en mí.
¿Qué camino de justicia? Mi partida hacia el Padre, ustedes ya no me verán.
¿Qué juicio? El del príncipe de este mundo: ya ha sido condenado.
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La historia de la salvación está marcada por una serie de envíos. El Padre envía al Hijo. El Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo envían a los apóstoles a predicar al mundo entero.
El Padre, en el Antiguo Testamento, envía a los profetas a anunciar a Dios y a predicar la conversión.
El Hijo envía en los evangelios a los apóstoles y discípulos a predicar el Evangelio, la conversión y el perdón de los pecados a todas las naciones.
El Espíritu Santo envía a los apóstoles en Pentecostés a evangelizar.
Los apóstoles envían a los cristianos a anunciar a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo durante sus vidas como queda atestiguado en sus epístolas.
Así pues, la vida en Dios es un constante dar y recibir. Recibir del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. y después entregar lo que se recibió a todos los pueblos.
Entonces, para que la experiencia del Cristiano sea completa, debe tener un encuentro personal con Dios en tres momentos:
1. Encuentro con Dios Padre. Sintiéndose hijo
2. Encuentro con Dios Hijo. Sintiéndose redimido
3. Encuentro con Dios Espíritu Santo. Sientiéndose ungido 
Todo por la Inmaculada, nada sin Ellad

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