Martes, 29 de mayo de
2012. Mc 10, 28-31
¿Quién quiere perder en
un negocio? ¡Nadie!, algo semejante sentía Pedro, lo había dado todo por el
Señor y no quería perderlo, y específicamente perderlo a Él. A Pedro no le
dolía lo que había dejado, le dolía la posibilidad de no tener la vida eterna,
de no poseerle enteramente.
El Señor aún en este
tiempo presente nos tiende su mano misericordiosa acompañada con el hermoso
regalo de la persecución, que lo único que hace es cuidar nuestro corazón para que
no se apegue a dichos bienes.
"Buscar no los consuelos de Dios, sino el Dios de los consuelos" (Sta. Teresa de Jesús)
No hay comentarios:
Publicar un comentario