20 abril, 2013

Sobre la Interpretación de la Sagrada Escritura. Dei Verbum 12 (1ra Parte)

Evangelio según San Juan 6,60-69.
Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: «¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?»
Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo: «¿Les desconcierta lo que he dicho? ¿Qué será, entonces, cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes?
El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar.
Y agregó: «Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.»
A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle.
Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes?»
Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»
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Para creer lo más hay que empezar a creer lo menos. Pero si dudamos de lo más pequeño ¿Cómo vamos a creer lo que es más grande y difícil de creer?
La verdad es que no es fácil acercarse a algunos textos de la Sagrada Escritura. No podemos desconocer los métodos de interpretación, los géneros literarios, las intenciones del autor y los destinatarios de los textos, pero tampoco podemos desconocer que se puede abusar de todas estas técnicas para terminar dándole un giro completamente distinto a lo que la Palabra de Dios nos quiere decir. ¿A qué me refiero con todo esto? a que muchas veces es muy complicado y difícil, sino imposible, creer en ciertas cosas que nos presenta la Sagrada Escritura porque los biblistas y estudiosos nos presentan estos relatos como imposibles desde el punto de vista literal y más bien le dan un significado teológico a lo que allí se presenta. Pero ¿qué tan cierta es su interpretación? ¿Qué tan real es lo que ellos dicen? ¿cómo acercarse a la Sagrada Escritura?

La Iglesia nos ha regalado un magnífico documento llamado Dei Verbum, que es una constitución  Dogmática del Concilio Vaticano II sobre la Divina Revelación. El númeral 12 dice:

Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura

12. Habiendo, pues, hablando dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a "los géneros literarios". Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso género:
histórico, profético, poético o en otros géneros literarios. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres.

Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como en un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Por que todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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