09 abril, 2013

Para volver a nacer se necesitan nuevos padres, Dios y la Iglesia

Evangelio según San Juan 3,7b-15.
No te extrañes de que te haya dicho: “Necesitan nacer de nuevo desde arriba”.
El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu.»
Nicodemo volvió a preguntarle: «¿Cómo puede ser eso?»
Respondió Jesús: «Tú eres maestro en Is rael, y ¿no sabes estas cosas?
En verdad te digo que nosotros hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
Si ustedes no creen cuando les hablo de cosas de la tierra, ¿cómo van a creer si les hablo de cosas del Cielo?Sin embargo, nadie ha subido al Cielo sino sólo el que ha bajado del Cielo, el Hijo del Hombre.
Recuerden la serpiente que Moisés hizo levantar en el desierto: así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, y entonces todo el que crea en él tendrá por él vida eterna.
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Todos hemos nacido de una mujer según la carne, pero no todos hemos nacido según el Espíritu, o mejor dicho, no todos hemos nacido según la fe. Para nacer según el espíritu es necesario ser "dados a luz" por el espíritu de Dios, ya no por la unión carnal de nuestros padres sino por la unión de nosotros con el mismo Dios. Nacemos de nuevo cuando nos hacemos hijos de Dios, hermanos entre todos y herederos del Reino, y para ello es necesario el bautismo. 
Nadie puede heredar la salvación eterna si no se hace hijo de Dios por propia convicción (independientemente de su credo). Para ello es necesario vivir según los dictados de la conciencia y la caridad, pero de una manera especial, los bautizados aceptan a Dios como Padre de una manera solemne y consciente, y se hacen hijos de Dios para renacer en el espíritu.
Para volver a nacer es necesario volver a tener un padre y una madre, pero ya no carnales sino espirituales. Dios como Padre y la Iglesia como madre nos dan la posibilidad de volver a nacer cuando los aceptamos por la fe y les obedecemos como hijos necesitados.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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