24 abril, 2013

La voluntad de Dios es nuestra felicidad

Evangelio según San Juan 12,44-50.
Pero Jesús dijo claramente: «El que cree en mí no cree solamente en mí, sino en aquel que me ha enviado.
Y el que me ve a mí ve a aquel que me ha enviado.
Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no permanezca en tinieblas.
Si alguno escucha mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo, porque yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo. El que me rechaza y no recibe mi palabra ya tiene quien lo juzgue: la misma palabra que yo he hablado lo condenará el último día.
Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre, al enviarme, me ha mandado lo que debo decir y cómo lo debo decir. Yo sé que su mandato es vida eterna, y yo entrego mi mensaje tal como me lo mandó el Padre.»
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Jesús no vino por su propia cuenta sino que fue enviado por el Padre. La misión de Jesús es hacer la voluntad del Padre. Jesús no hizo nada por sí solo.
Así mismo la misión del cristiano es la misión del Cristo, no la propia. La misión del cristiano es hacer la voluntad de Jesús y hablar en nombre de Jesús. El cristiano debe ser otro Cristo así como Jesús fue otro Padre. Pero ¿Qué tan bien hacemos nuestro trabajo?
Algunos afirman que Gandhi dijo en una ocasión: "Cristo, ven a la India, pero que no vengan los cristianos". No sé que tan cierto haya sido pero creo que sus palabras tienen mucho sentido.
Ahora bien, tengo que preguntarme yo mismo: ¿Estoy haciendo mi propia voluntad o la voluntad de Dios?
La perfecta alegría está en hacer la voluntad de Dios y no la voluntad propia. La realización del hombre está en cumplir la misión que Dios le ha encomendado. Entonces ¿por qué seguir buscando la propia voluntad?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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