Miércoles, 25 de julio de
2012. Mateo 20, 20-28
« ¿Qué deseas?» es la
pregunta que Jesús hace a la madre de los Zebedeos, es la pregunta que el Señor
hoy nos hace a nosotros «¿Qué deseas?», ¿Qué responderíamos? ¿Deseamos puestos?
¿Cargos? ¿Títulos? ¿Ser tenidos en cuenta?
Hoy el evangelio nos
invita a evaluar nuestra oración, si está llena de gula espiritual, si está llena
de querer tener y poseer cosas, aun espirituales, o si por el contrario nuestra
oración está siendo guiada por María, la mujer humilde, la mujer servidora,
esclava, la mujer alegremente inmolada por su Hijo y por las almas. ¿Qué deseas?
es la pregunta amorosa de un Dios que se inclina para escucharnos en cada oración.
Mi Señor, que mis deseos
sean cada vez más unidos y parecidos a los de la Inmaculada, que quiera lo que
Ella quiere para mí: para mi solamente gozarme en tu alegría, seguirte en tu camino: creer confiado solamente en Dios, sufrir con alegría cerca a Cristo, morir al egoísmo cada día, colaborar contigo para salvar al mundo.
Te pido solamente poder decir 3 veces «amén»: amén a cuanto hiciste en este mundo, amén a todo lo hoy que haces en el cielo, amén a todo lo ahora que haces en mi alma, para que en ella Cristo sea glorificado en plenitud, en el tiempo y en la eternidad. Amén
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