Viernes, 22 de abril de 2011. Jn 18, 1-19, 42
Aun continua Jesús ejerciendo su papel de Pastor, ninguno de los que le habían sido confiados se ha perdido excepto el que traía consigo la perdición; Él pide que sus apóstoles se puedan ir, asume todo el peso de la pasión. Jesús al que buscaban no eras tú sino yo, debí haber sido crucificada en vez de ti, sin embargo tú mueres por amor a mí, cargas con todos mis pecados, aun cuando Anás te pregunta por tus discípulos, no me delatas, no me señalas, ¡Cuánto amor!
Señor quiero agradecerte, a semejanza de la Virgen María, con mi sí, con el querer morir por ti, aun cuando a veces no hago lo que quiero y me comporto como Pilato que trataba de ponerte en libertad, pero no lo hizo, a veces trato, pero no puedo, todavía no veo tu reino que no es de este mundo, me cuesta ver en clave de eternidad.
Hoy recibo tu regalo, recibo a María, la necesito como la necesitaste Tú, así como te traspasaron el corazón, lo hicieron espiritualmente e Ella y también fui yo, pero mi culpa la tomaste, me has mirado con misericordia, por eso confío en ti y sé que con María podré ser menos indigna de mirarte, amarte, servirte por toda la eternidad. Amén.
Totus Tuus, ego sum oh María!
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