¿Por qué lloras? los ángeles y Jesús preguntan a María Magdalena, ella responde que se han llevado el cuerpo del Señor y que no sabe dónde está, ese es el motivo de sus lágrimas. Pero ¿en realidad se han llevado el cuerpo de Jesús? ¡No! ¡Ha resucitado! Muchas veces lloramos –y yo sí que lloro– pero el motivo de nuestras lágrimas y tristeza es que no vemos con claridad lo que en realidad sucede, por eso no solo es necesario que nos preguntemos ¿Por qué lloro? Sino que es necesario escuchar de labios de Jesús nuestro nombre.
¡Oh dulces palabras del Señor! ¿Quiénes somos para que Dios mismo nos hable y llame por nuestro nombre? Definitivamente Dios nos ama, y solo cuando nos reconocemos amados podremos llamarle «iRabboni!», Maestro del Amor, Maestro de la Vida y dejar que Él, en su sabiduría, nos conduzca, disipe las tinieblas de nuestro espíritu, nos de claridad de cómo vivir, de cómo hacer su Divina Voluntad.
María, Mujer de la Fe, Maestra que nos conduce al Maestro, acompáñanos en el peregrinar hacia la Patria Celestial, que podamos introducirnos humildemente en el Amor Misericordioso de Dios, que siempre nos reconozcamos necesitados, que sepamos que Dios es más grande que lo que creemos y pensamos de Él y que con esta convicción, sea siempre nuevo y novedoso nuestro encuentro con el Resucitado. Totus tuus Mamá, gracias por ser el mejor camino para ir a Jesús.
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