02 abril, 2011

Sábado, 02 de abril de 2011. Lc 18, 9-14

“En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás”.

Hoy sucede igual, y Dios que mira el corazón del hombre, llama la atención concretamente sobre esta situación y lo hace con una parábola, pues más que hablarles de la soberbia, quería que cada uno reflexionara y cambiara, exaltando la humildad y su valor ante el Señor.

El fariseo erguido, aunque iniciaba su oración con la palabra Dios, toda esta era egoísta, centrada en sí mismo, en sus acciones, es decir, su oración no estaba dirigida a Dios. Pensemos entonces, ¿a quién va dirigida nuestra oración? ¿Nos consideramos necesitados de Dios?

Virgen María, ayúdanos a aprender de Jesús, que podamos no solo reconocer la soberbia, sino que miremos hacia la humildad, hacia el centro del corazón misericordioso y generoso de Dios. Amén

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