«"Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.»
Muchas veces ante las tentaciones que normalmente tenemos, frente a la aridez y problemas cotidianos, sentimos la presencia del Señor, Él nos permite saborear uno de sus dulces espirituales, nos permite tener algún consuelo, y cuando se está con alguien agradable, es natural que digamos “Quédate con nosotros”, y en realidad Jesús, la Mejor compañía, se queda con nosotros si se lo pedimos, pero no tanto en lo referente al consuelo, sino que nos alimenta, nos sostiene, Él quiere que trascendamos, que movamos nuestra voluntad hacia el amor.
La Eucaristía quita la vela que impide reconocer al Señor, pero cuando comulgaron, Él había desaparecido de su vista; el texto aclara “había desaparecido de su vista”, no dice que dejó de estar con ellos, sino que no lo podían ver con sus ojos, ahora la fe debe trascender, debe manifestarse con obras, con testimonio, aprender a ver al Señor bajo el Pan y el Vino.
Virgen María, los discípulos de Emaús recibieron al Señor e inmediatamente fueron donde los apóstoles, no esperaron hasta el otro día, aun cuando era de noche y la distancia era larga, permítenos mamá, de tu mano, emprender obras de Amor a Dios y a las almas, que cada vez que recibamos a Jesús ardamos de celo y de la convicción de que está vivo, cercano y que nos ama. Dame tus ojos Madre para contemplar a Cristo. Amén
¡Felices pascuas vividas con María!
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