Martes, 05 de abril de 2011. San Juan 5,1-3a. 5-16.
“Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?»”
Después de 30 años de estar enfermos, ¿aun queremos estar sanos? Aun después de un inicio en la vida espiritual ¿aun queremos estar sanos? Y si hemos luchado por crecer en virtud, nos hemos esforzado durante algún tiempo y no lo hemos logrado ¿aun queremos estar sanos?
Así mismo Dios nos hace la pregunta, y podemos responderle que con nuestras propias fuerzas no hemos podido introducirnos en la piscina, y Él nos responde ¿acaso no tienes a la Virgen María?...mi corazón se interroga y se cuestiona sobre cómo es el amor y la confianza que le tengo a mi madre; ella siempre está acompañándonos en la vida, en las necesidades y muchas veces decimos que no tenemos a nadie -como el enfermo-, cuando ya le hemos recibido de “boca” a ella en la cruz y en la consagración, sin embargo, aún no la hemos recibido en el Corazón.
Madre Inmaculada, en tus brazos maternales, me abandono hoy y siempre, quiero mamá que tú me lleves hacia la salud del alma, aunque la enfermedad de la soberbia me acompañe nunca pierda la esperanza de ser humilde, de mirarte a ti madre querida y de saber que me llevarás a la casa del Padre en la vivencia del Amor.
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