“ «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!» «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica». Lc 11, 27-28
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María no fue despreciada por Jesús sino, por el contrario, alabada, porque ¿quién más que María escucha la Palabra de Dios y la cumple? María es doblemente bienaventurada, por un lado al ser el primer Sagrario y por el otro ser la Panagia, la toda Santa.
Dichosa Tú, María porque haz creído. Dichosa Tú, María, porque llevaste en tu seno al que no pueden contener los cielos. Dichosa Tú, María, porque de ti vino la salvación del mundo. Dichosa Tú, Inmaculada, porque el Verbo se encarnó en ti y porque Tú encarnaste en tu propia vida al Verbo.
Gracias Señor por esta maravillosa Madre, por su amor, por su maternidad, por su misericordia, por su intercesión. Gracias Señor porque nos haz regalado a tu Madre, tesoro invaluable del cual somos completamente indignos. Gracias Señor porque no quisiste que anduviéramos por el mundo como hijos sin Madre has optado por regalarnos dos.
Madre Inmaculada, tómame con todo lo que soy, con todo lo que tengo y lo que hago, tómame y trasfórmame según tu Inmaculado Corazón.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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