Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. «¿Qué quieres?», le preguntó Jesús. Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». «No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?». «Podemos», le respondieron. Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre». Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».
A mi cada que leo este evangelio me impacta bastante ver como el Señor nos pide que seamos esclavos cuando el mismo es quien nos ha dado la libertad, nos pide que seamos los últimos cuando el mismo es quien nos dijo que teníamos que llegar de primeros, el Señor es guía, quien nos muestra pues el es la verdad el camino y la vida, ademas María que esta siempre presente por medio de nuestra consagración nos fortalece para seguir en el camino.
no somos nosotros por medio de nuestras fuerzas, es por medio de María que conseguiremos esos valiosos puestos que desocuparon algún día los ángeles del cielo que cayeron, y es por medio de ella que llegamos a la fila para ganar el reino de Dios, y por su amor nos hacemos esclavos en nuestros corazones para que otros sean libres.
todo por la inmaculada nada sin ella.
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