21 julio, 2011

La vida interior: ver y oír a Cristo


Jueves, 21 de julio de 2011. Mt 13, 10-17

La dureza de corazón lleva a la ceguera y sordera espiritual. Ahora bien, Jesús dice a los discípulos: “¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!” si en este momento vemos, debemos cuidar el corazón, no caer en soberbia, no volverse duro, sino permanecer con un corazón de carne, con un corazón unido al Corazón Inmaculado de María.

Si dejamos de valorar la vida espiritual, si no agradecemos, si no reconocemos la misericordia que constantemente Dios tiene con nosotros, dejaríamos de ver, de oír a Jesús, faltaría vida interior. La vida interior está unida a la vida de la gracia, porque solo con Dios mismo se puede profundizar en los misterios divinos.

Oh Santísima Madre y Reina, oh querido José, maestro de la Vida Interior, que cada vez que entienda algo de la vida espiritual lo haga a través de ustedes, sean ustedes los que lo administre, sean ustedes los que lo presenten a Jesús para poder amar y llegar a tener la visión beatifica, la visión y el oído del Amor, de un corazón de carne.

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