Lunes, 11 de julio de 2011. Mt 10, 34 - 11, 1
Este evangelio está dirigido a los apóstoles, a los pequeños que predican el evangelio, y todas las enemistades que trae consigo el seguimiento de Cristo son consecuencia de la radicalidad, es decir, Jesús le habla a los apóstoles de ser radicales, de preocuparse más de cómo me ve Dios a estar buscando agradar a los demás. Si se actúa con firmeza y convicción habrá enemistades a ti y a mí, si se es laxo, seguramente se estará al agrado de todos pero no habrá verdadero amor, no se evangelizará en nombre de Dios. Jesús nos enseña y luego va a predicar, enseña en teoría y en la práctica, por eso luego de hablarles a los discípulos sale a evangelizar.
¡Maravillosa instrucción! Todo debe estar ordenado al Amor a Dios y esto nos lo enseña María, si viviendo en unión a su corazón lo hiciéramos todo, no amaríamos a nadie por encima de Dios; si la invocáramos, todo lo recibiríamos de Dios a través de sus manos virginales e inmaculadas, así el pequeño, el frágil y sencillo, confía en quien le da la Vida y sabe que no perecerá ni pasará necesidades.
María Sma., confío en tu amor, quiero ser dócil a ti, pues si te desagrado, también desagradaría a Dios y no tendría forma de amarle sobre todas las cosas, moldeanos en tu vientre y guianos en tu caminar. Amén.
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