Jueves, 30 de junio de 2011. Lc 22, 14-20
No se concibe sacerdocio sin Eucaristía, no se concibe Eucaristía sin sacerdocio. Quizás por este motivo es que al celebrar a Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, es que se toma como evangelio la última cena. Porque sacerdote es el que ofrece y lo único que puede ofrecer es Cristo.
Jesús desea darse a nosotros, es por ti y por mí que se hace Eucaristía, que derrama su sangre, que se entrega ¡Cuánto amor! ¡Acto eterno de Amor! Él desea darse, ¿nosotros deseamos recibirle? María deseaba ardientemente que llegara pronto el Mesías y le encarnó en su seno, ahora Ella nos enseña a encarnarle en toda nuestra vida, especialmente deseando vivir verdaderamente el milagro infinito de Jesús Sacramentado.
Mamá desea dentro de mi alma a Jesús, que no descanse hasta poseerle eternamente, que desde ya valore, desee, acepte y trasmita al Santísimo Sacramento. Hazme mamá una mujer Eucarística como tú. Amén
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