Domingo, 07 de agosto de 2011. Mt 14, 22-33
Jesús se puso a despedir a la gente, luego se fue a orar y en oración –en términos paisas– lo “cogió” la noche, pero literalmente, no solo la noche sino la madrugada. ¡wow! ¡Grandiosa enseñanza del Maestro! Cabe preguntarnos ¿Cuántas veces nos coge la noche en oración? Quizás sí nos coge la noche la noche PARA orar, pues a veces dejamos la oración para lo último, porque supuestamente no hemos tenido “suficiente” tiempo, pero no muchas veces nos coge la noche EN oración. Y ni modo de preguntarnos si nos coge la madrugada EN oración.
Bueno, ¡qué “palo” me está dando este evangelio! Pero más que palo, es el amor, es el verdadero orden de las cosas, evangelizar Sí, pero sin descuidar la oración, orar para sellar y agradecer los frutos de cada apostolado.
El Señor, con su voluntad, sube a la montaña para tener ese encuentro con el Padre, no carga afán, porque ha ordenado todo (despedir a la gente y embarcar a los apóstoles) para poder hacer oración, es un tiempo santo.
Mi Jesús, sabes lo poco ordenada que soy, por eso te imploro a través de nuestra Señora, la Virgen María, poder vivir verdaderamente la oración, mi encuentro íntimo contigo, para sostenerme en las tempestades y amarte con un amor más puro, con tu mismo amor.
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