30 agosto, 2011

Lc 4, 31-37

El Demonio no sabe para quien trabaja. Es tan grande su soberbia que termina dándole más gloria al Señor cada vez que trata de salirse con la suya. Finalmente, es Dios quien aprovecha todas las circunstancias de la vida para mostrar su amor y misericordia.
Nosotros somos más o menos de la misma "calaña". Siempre estamos intentando hacer las cosas a nuestra manera, de nuestra forma, según nuestro parecer, pero al fin de cuentas Dios siempre se sale con la suya y termina aprovechando nuestra miseria para dar a conocer su bondad y grandeza. Entre más pecadora es un alma, más acreedora se hace de la misericordia de Dios. Es por eso que muchas veces pecamos y terminamos "metiendo las patas" de tal manera, porque Dios respeta nuestra libertar y permite que hagamos lo que queramos, aunque no sea lo mejor y Él no lo desee. Sin embargo, el amor de Dios no dejará de buscarnos para que caigamos en sus redes. Si uno hubiera miseria, entonces no habría misericordia.

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