Martes, 09 de agosto de 2011. Mt 18, 1-5. 10. 12-14
La respuesta de Dios es sin precedentes. Si nos preguntan quién es el más importante en una ciudad, en un país, en un reino, diríamos que el que tiene más poder. ¿Y en el reino de los cielos? ¿Un niño? Sí, quien se hace pequeño como un niño, un niño que implica ser acogido por Dios Padre, por María, por sus propios padres terrenales, pero también por los discípulos.
Acoger es albergar, recibir, proteger, amparar porque es débil, y en consecuencia la debilidad no debe ser ocasión de desprecio, sino de amor. Si fuéramos como niños reconoceríamos nuestra fragilidad y seríamos más misericordiosos con el hermano, que tiene nuestras mismas condiciones, señalaríamos al Refugio de los pecadores, que es María.
Si fuéramos como niños, señalaríamos a la Madre, porque la amaríamos, porque no perderíamos su referencia.
Todos los santos y santas del cielo, interceded por nosotros. Amén
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