Jueves, 04 de agosto de 2011. Mt 16, 13-23
La verdadera fe, es un don, por lo tanto, es una virtud teologal, es Dios Padre, quien nos lo revela en su amor, por consiguiente, hay que darle gracias a Dios por tan maravilloso tesoro que tenemos y que hay gente que no posee, que vive sin tanto privilegio, que viven con una ausencia tal que su vida no puede alcanzar el pleno desarrollo e integralidad humana.
Pedro, por un momento se descuidó y empezó a pensar como los hombres, los hombres dominados por el espíritu de las tinieblas que no conoce el amor y el sacrificio. En consecuencia la fe, debe ir acompañada de las otras virtudes teologales de la caridad y esperanza, pero apoyada por el valor del sufrimiento y sacrificio unido a la cruz, que da el verdadero sentido de nuestra temporalidad.
Para que Jesús no tropiece, es decir, para que se cumpla su voluntad de Amor, hay que reconocerle aun en el dolor y sacrificio, por eso acudimos a quien lo supo hacer con una fidelidad extraordinaria: María, mujer firme al pie de la Cruz, mortificada, dolorosa, amorosa, fervorosa y llena de esperanza. Santa María, ruega por nosotros. Amén.
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