31 agosto, 2011

¡Ay de mí, si no evangelizo!


Miércoles, 31 de agosto de 2011. Lc 4, 38-44

«También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»

No es un desprecio de Señor dejar a los habitantes de aquel lugar, es un acto de caridad con los habitantes de los otros pueblos, y es hermoso porque Jesús se los hace saber, porque Él quiere que tengamos su corazón, un corazón generoso, lleno de celo por las almas.

Jesús sabe que fue enviado por el Padre para anunciar el reino de Dios, por eso estaba comprometido con la predicación y la sanación, buscando amar para que quienes acepten su amor vivan en su reino, ahora bien… ¿para qué hemos sido enviados nosotros? ¿Estamos cumpliendo la misión que se nos ha encomendado? 

Si el Señor nos ha llamado a ser sus discípulos misioneros, lo mínimo que podemos hacer es anunciarle, como diría san Pablo, ¡ay de mí si no lo hago!, entonces por más que evangelicemos, no hay de que gloriarse, estamos cumpliendo lo que debíamos hacer, lo que no sería natural sería no evangelizar, sería no amar las almas.

Madre Santisima, mujer del Celo apostólico, del servicio, de la caridad, dame tu corazón para amar como tú, dame tus manos y pies para evangelizar con tu eficacia y entrega. Amén.

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