Domingo, 11 de septiembre de 2011. Mt 18, 21-35
Al ver el empleado su enorme deuda pide paciencia al rey, pero él no hace caso a quien le pide paciencia. Muchas veces nuestro comportamiento es igual, queremos que Dios y todas las personas que nos rodean nos tengan paciencia, nos comprendan la fragilidad; sin embargo, nosotros nos somos pacientes con los dos demás ¡qué contradictorio!
El cielo, lo vivimos desde ya con la siguiente lógica: recibimos alegremente el perdón de Dios y damos perdón; recibimos el amor de Dios y damos su amor. Para poder hacerlo debemos estar convencidos de la magnitud de la misericordia de nuestro Señor.
Dice la RAE que la paciencia es la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse y esta gracia solo se recibe del Señor, teniendo su mismo corazón, su mismos sentimientos, estando totalmente unidos a Él como la Inmaculada.
Madre Santísima, que tu paciencia heroica, me llene y me alcance la misma acción amorosa de Cristo. Totus Tuus.
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