Viernes, 02 de septiembre de 2011. Lc 5, 33-39
El mejor vino es el vino exquisito del Amor de Dios, que se logra a través de María, que intercede para que el agua se convirtiera en vino por disposición divina de Jesús, que en las tinajas de la purificación hace tan maravilloso milagro.
Nuestra querida Madrecita todo el tiempo hace que nuestro encuentro con el Señor sea profundo, sea renovado y verdadero, de total convicción, por lo que nos acompaña a la boda, al banquete Eucarístico, al Sacrificio perenne.
Madre Santísima, tú siempre me llevas a degustar de mi Jesús, a saborear cada prueba y dificultad, a tenerle conmigo, ¿Qué sería yo sin ti? Seguramente hace rato estuviera yo condenada, estuviera como vestido viejo, por eso quiero que de tu mano, sea totalmente radical para no darle lo antiguo ni las sobras a mi Jesús, para darme toda. Amén
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