Jueves, 01 de septiembre de 2011. Lc 5, 1-11
El pescador era Pedro, pero sin embargo, lo único que sabía lo rinde ante las palabras de Jesús y a pesar de que había echado las redes, le cree a quien humanamente no era pescador, Pedro escuchó al Señor predicar y le creyó.
Luego de la enorme pesca el temor se apodera de Pedro, se reconoce indigno de tanto amor, por lo cual cuando nos sentimos amados por Dios, no resistimos ante su presencia, necesariamente reconocemos que su amor es más grande de su pecado, que no merecemos, que no podríamos negarle nada, porque aun con nuestra miseria nos sigue teniendo en cuenta, sigue llamándonos, nos da su paz, su amor, que hecha fuera todo temor.
Mi Señor, cuan grande es tu Amor! Gracias porque me llamas a tan grande dignidad, porque me das a María para poder pescar con su lacito de Amor y eficacia.
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