Lunes, 19 de septiembre de 2011. Lc 8, 16-18
El candelero es la Virgen y la Luz es Cristo, Nuestra Señora lleva a Cristo hacia donde hace falta, Ella es la discípula misionera por excelencia, así como lo hizo con Isabel, lo hace nuevamente con nosotros y cuando hacemos un acto de entrega amorosa y filial a su corazón inmaculado, se lo toma en serio, llega hasta las profundidades del alma para ordenarla, para sacar a la luz, sacar a Cristo todo lo que somos.
Es así como se produce la sanación, incluso la santificación, con la dulce presencia de María, llega Jesús, a descubrir nuestras almas, a transformarnos en su amor, y a mayor conocimiento propio, más vemos su Luz, su poder, su Amor, su belleza, entonces hay mas abandono, hay mayor dominio de la divina Voluntad en el Alma y llega la Santísima Trinidad a morar, a dar más de lo que se tiene, porque se reconoce la fragilidad y la pobreza.
Santa María, totus tuus, has de mi lo que quieras, quiero ser dócil a ti, porque de tu mano tengo a Jesús y si le tengo a Él, nada me falta. Amén
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