11 febrero, 2011

Viernes, 11 de febrero de 2011. Mc 7, 31-37

A Jesús le piden que imponga las manos al sordo, pero Él le mete los dedos en los oídos y le toca la lengua con saliva, ¿pudo haberlo sanado sin tocarlo? ¿Pudo haberlo sanado sin imponerle las manos? Claro que sí, Dios es Dios, y Él decide cómo sanar, si con una palabra o sanar a través de los signos, pero lo más importante es que propicia un encuentro personal con el enfermo, por eso al hombre sordo, lo apartó de la gente.

Nosotros debemos reconocer que los signos de fe, los signos externos, la religiosidad popular, son útiles y nos deben señalar a Cristo, nos debe dirigir hacia Él, nos debe motivar a buscarle, a dejarnos tocar por sus divinas manos, a dejarnos abrazar, acariciar, en conclusión, a dejarnos amar por Él.

Virgen María, pon tus manos en mis oídos para que se me abran hacia Jesús, que pueda escucharle, que mis labios pronuncien su Divina Palabra, que mi vida sea una ofrenda para Él, que es Quien me amó primero.

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