27 junio, 2012

"Por los frutos los conoceréis".. El fruto de María es Jesús...

Evangelio según San Mateo 7,15-20.
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos.
Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego.
Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
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¿Cuáles son mis frutos?
A veces uno se cree salpicón, porque quiere tener todos los frutos. A veces queremos ser arbol "tutti fruti" para dar todas las frutas. Pero ¿cuáles son mis frutos?
A veces quisiéramos dar dulces naranjas pero no producimos más que amargos limones. A veces quisiéramos dar jugosas sandías, pero no damos más que secas nueces. A veces quisiéramos dar grandes cocos pero no damos más que pequeñas uvas. Entonces, ¿qué debo dar? ¿qué clase de árbol soy?
Isaías 55, 8 dice: "como dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de tus caminos". Y Oseas 2, 16 dice: "La llevaré al desierto y le hablaré al corazón".
Para dar frutos, lo primero que debemos hacer es dejar que Dios haga de nosotros el árbol que quiera. Para dar frutos lo primero que tenemos que hacer es ser dóciles a la voluntad de Dios y permitir que nos siembre donde quiera y que nos pode como quiera, que nos lleve al desierto de nuestra vida y nos hable al corazón a través de su Sacratísimo Corazón. 
Para dar frutos debemos alimentarnos de la tierra buena de los sacramentos y beber abundantemente del agua del bautismo. Para dar buenos frutos debemos aprender de la Inmaculada y dejarnos mimar de Ella y dejar que arranque las malas hiervas que crecen a nuestro alrededor.
Para dar buenos frutos hay que buscar la santidad.
Madre Inmaculada, yo quiero que mis frutos sean los que Dios quiere que dé. Yo quiero que mis frutos broten del Corazón mismo de Jesús. Yo quiero que mis frutos sean Marianos, porque estoy seguro de que eso es lo que quiere Dios, porque el mismo Verbo Encarnado es el Fruto de tu viente.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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