31 octubre, 2011

Banquete para mi pobre alma

Lunes, 31 de octubre de 2011. Lc 14, 12-14

El hambriento, el pobre, valora la comida, se sorprende ante los manjares, ante lo exquisito… Jesús en su banquete, nos ha invitado a nosotros, al Banquete, a la Cena del Señor, a las Bodas del Cordero, a la Eucaristía y valoraremos más este misterio de Amor, en la medida que nos reconozcamos cojos para caminar en pro de la santidad, ciegos para discernir por si solos, lisiados para amar, para ejercer la caridad, en fin, pobres, sin nada para ofrecer ni recompensar a Dios.

Cuando invitamos a Jesús a nuestra alma, nos va a enseñar lo que Él mismo práctica, por eso hace esta recomendación al fariseo, como para aclararle que él también es pobre ante los ojos del Señor y que así debemos corresponder.

María, mamá, quiero reconocer mi pobreza, mi pequeñez, mi debilidad, para que mi fortaleza sea Cristo, para abandonarme confiadamente en tus brazos, como niña pequeña que es alimentada por su madre. Totus Tuus!!!

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