19 octubre, 2011

Entrando en la Divina Voluntad

Miércoles, 19 de octubre de 2011. Lc 12, 39-48

A un ladrón no se le deja abrir ni un boquete porque se corre peligro; a un conocido, a una visita agradable se le abre la puerta cuando llega, es más ni siquiera se le deja tocar, pues al verle llegar en la distancia, se sale al encuentro. ¿Cómo es Jesús para nuestra alma?

A veces vemos la fe como un peligro, sí como un peligro para nuestra voluntad pecaminosa, como un peligro para no volver a hacer lo que nos venga en gana, pero cuando descubrimos que lo que viene a sacar el Señor es la basura que hay en el corazón, es cuando le damos la libertad de que entre, entonces es mucho más fácil para Jesús, seríamos más dóciles, seríamos más felices.

Al saber lo que nuestro amo quiere, deberíamos de corresponder como María diciendo ¡fiat!, pues al conocer la voluntad de Dios sería tener el tesoro, la alegría, el gozo de nuestra existencia, de lo contrario, cuando ni siquiera se está dispuesto a esforzarse, lo que corresponder serán los azotes y golpes de la vida infeliz, de la eternidad fuera del Creador 

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