Es necesario recordar que cuando en nuestra misión y apostolado, vemos los frutos de la conversión en las almas, es porque Dios nos permite desde ya participar de la felicidad de la conversión, de su amor infinito, es participar de un pedacito de cielo.
Es Jesús quien, antes que nosotros, ha orado por las almas, nuestra meta es que crean en Él, no en nosotros, no en la confianza humana, nuestro fin dede ser su mayor gloria.
Amado Señor, enséñanos a amar las almas a tener celo, a buscar la unidad, a ser testimonios de tu acción salvífica y que por las obras que haces en nosotros el mundo crea y se aumente la fe. Amén.
Jessica Restrepo S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario