Estando cerca del huerto, sabiendo lo que le espera, lo que afrontará… ¡es impresionante que el Señor ore de tal manera! Porque al dirigirse al Padre, lo hace desde la comprensión de la realidad, de su misma misión, y al permitirnos conocer estas palabras consignadas en el evangelio, nos llena de esperanza, de fortaleza, de sentido.
Jesús exclama: “tampoco yo soy del mundo”, esta frase nos lleva a entender que Él no es ni pertenece al mundo, sin embargo estuvo en el mundo, es decir, sabe las luchas diarias que tenemos, las pruebas y dificultades, las persecuciones, fue tentado, piso la misma tierra que nosotros, por eso desea que nos consagremos en Él, que es El Consagrado, para que desde la voluntad, tengamos la intención y deseo firme de cumplir las disposiciones de su envío y participar en sus mismos sentimientos, y demostrándonos su amor, seremos socorridos constantemente por la gracia, por sus auxilios, por sus direccionamientos, por Él mismo, que no nos negó nada, que se donó totalmente.
María Santísima, ayúdanos a valorar cada expresión de amor de Dios, a no desperdiciar sus dones ni su infinita misericordia, y a imitarle, siendo consagrados, orando, actuando, sufriendo y rogando en Él al Padre por medio del Santo Espíritu. Amén.
Jessica Restrepo S.
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