Creo que muchas veces hemos actuado como Santiago y Juan, nos quedamos ansiando los premios del cielo y en realidad esto no esta mal desde que mueva nuestra voluntad a actuar conforme a la santidad que deseamos, el problema real es la intención y la coherencia con nuestros actos.
En este día, vemos que la humildad es la que vence las discordias que se iban gestando entre los apóstoles, es el servicio el que nos hace grandes. Si queremos saber que tan grandes somos ante los ojos de Dios, debemos preguntarnos que tanto amamos, cual es la intención de nuestro corazón, que tanto me desgasto por las almas.
Recordemos que en el cielo no hay envidias, no hay celos y quienes mas cerca están de Jesús son los que más amaron, María que está a su derecha en el momento de la Cruz, donde vence el demonio, el mundo y la carne, nos ayude a ser fieles en la prueba, en el amor, en la entrega sin reservas para alcanzar la gloria de Cristo.
Jessica Restrepo S.
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