"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él" estas palabras nos las dice el evangelio, mostrándonos el inmenso que amor de Dios por nosotros. Que intensidad en su Divino amor por su creatura y que poca la respuesta de esta a su infinito amor, que desprecio tan grande el que se hace a tan inmenso Señor. ¿No bastaría con ver su cruz, su entrega, el dolor de su pasión para que cayéramos contritos bajo sus pies y pidiéramos perdón por tan grandes faltas?
Tal ha sido la dignidad del hombre al ser hecho a imagen y semejanza de su creador pero no importando esto ha caído, desviándose, desfigurando esta belleza otorgada desde el principio por su creador. Es el pecado lo que ha deformado aquello que somos, la imagen y semejanza de Dios.
Señor que pueda pensar, meditar y amar tu pasión y tu dolor pero no para quedarme allí, sino para que ese dolor me lleve a una contrición perfecta que agrade tu infinita misericordia y junto con tu Santa Madre yo te adore, que ella, que hizo tu santa voluntad me enseñe a mí.
¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
"Ad maiorem Dei gloriam per Mariam"
Alfer Aristizábal
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