Hoy el Señor nos da una lección para perseverar y para dar fruto:
1. “a todo el que da fruto lo poda”: el Señor nos poda en la medida de la docilidad a la gracia, a la consagración total a Jesús por María, pues en la vivencia del Evangelio diario nos podemos conocer mejor a nosotros y a Dios, reconociendo todos los días los pecados e imperfecciones que debemos cambiar y la infinita acción y misericordia que nuestro Señor ha tenido con nosotros, si le escuchamos y obedecemos, Él nos ira limpiando.
2. Permanecer en Él: permanecer lo ha repetido muchas veces en el texto, ¿Por qué? Quizás porque es lo que mas olvidamos, somos demasiado infieles, nos dejamos seducir por el mundo, demonio y carne, y con sutileza nos alejamos de su amor, incluso bajamos la vigilancia, por un solo día en que disminuyamos la cantidad y/o calidad en la oración, se reduce el contacto e intimidad con quien es el motor de la vida. Permanecer es sinónimo de humildad, solo permanece el que reconoce su miseria, su debilidad, el que tiene su confianza puesta en Dios y desconfía totalmente de sí, así como María, nuestra mamá que permaneció fiel en todo momento, tanto en Cana como en el calvario.
Gracias Señor porque tus discípulos tienen tal dignidad, por Ti, por el Maestro, por el que enseña, alimenta, ama, dirige, nutre.
Jessica Restrepo
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