22 mayo, 2010

Sábado 22 de mayo de 2010. Jn 21, 20-25

¿Por qué Jesús le responde a Pedro de esa manera? Parece ser una respuesta en cierto modo grosera e hiriente, pero, ¿qué pasó?

Primero. Pedro pregunta después de haber mirado hacia atrás y haber visto que aquel discípulo lo seguía, ¿acaso le dio celos? ¿O quizás tuvo un sentimiento de soberbia?

Segundo. La pregunta de Pedro «¿y qué va a ser de éste?» es una pregunta vacía y movida por una curiosidad malsana: «¿Y a ti qué te importa?» –respondió Jesús.

Nótese que esta respuesta de Jesús se da justo después de que Pedro le dice: «Señor, tú lo sabes todo, tu sabes que te amo». Entonces, Pedro afirma que Jesús conoce el corazón de los hombres, lo cual es verdad, por lo tanto, Jesús al responderle a Pedro de esta manera le está diciendo, implícitamente, que en su corazón hay maldad al preguntar aquello.

¿Qué intención tenemos al seguir al Señor? ¿Será que a veces nos creemos como Pedro, que después de que Jesús lo confirma como Vicario en la tierra se llena de soberbia?

Al contrario de Pedro, nos encontramos con un testimonio de humildad profunda, María. Entre más era reconocida por Dios más pequeña se volvía y más se abandonaba en las manos de Dios. María no fue confirmada como Vicaria de Cristo en la tierra, sino como Madre de Dios. María no tuvo que afirmar su amor por Jesús tres veces, sino que una sola vez fue suficiente (Fial). María no negó a Jesús tres veces sino que, al contrario, su vida fue toda constante alabanza. Y Finalmente, después de todas estas gracias extraordinarias, María no se llenó de soberbia, como Pedro, sino que se humilló como nunca una criatura lo ha hecho o lo hará.

Gracias Señor por darnos estos testimonios de valor. Gracias porque aunque a veces sea como Pedro sé que allí está tú Madre para recordarme que tú «derribas del trono a los poderosos y enalteces a los humildes».

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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