Jesús relaciona el Reino de Dios con el Hijo del hombre y nos señala que Él mismo es el Reino, que no debemos hacer caso cuando nos dicen “está aquí o está allí” pues debe estar en medio, dentro de nosotros, habita en nosotros, nosotros habitamos en Él, vivo y presente en la Eucaristía.
Los fariseos preguntaron cuando llegaría el Reino de Dios, quizás no porque lo anhelaban sino por ver el suceso espectacular, por eso la Virgen María nos enseña la humildad y la sencillez con la que Dios quiere que vivamos.
Mamá enséñanos a no perder la capacidad de asombro de las cosas sencillas y pequeñas con las cuales nos conquista nuestro Señor diariamente, que podamos desear vivamente que “venga tu Reino”, que le creamos, que le necesitemos, que no contemplemos la vida fuera de él, igualmente sostennos en la prueba y en la noche oscura para perseverar fielmente hasta el final. Amén
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