“Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre"
Inicialmente el Señor nos motiva a no dejarnos llevar e inquietar por cosas pasajeras, por situaciones que nos distraen, por pensamientos que nos llevan a actitudes contrarias al evangelio: “no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida”
¿Qué hay en nuestros pensamientos? ¿En que nos distraemos en la cotidianidad? ¿Qué nos inquieta? Jesús sabe que nuestra imaginación es la “loca de la casa” como la llamaba santa Teresa, por eso nos hace la claridad, y nos invita en las ultimas líneas del evangelio a vigilar, a orar, por lo tanto, no nos podemos quedar ensimismados en estos pensamientos, sentimientos y hábitos, sino que debemos convertirlos en oración, debemos permitir a Dios y a la Virgen Sma. que entren a purificarlos, a fortalecerlos a unirlos a su divina voluntad.
No todo lo que nos preocupa o llega a cuestionarnos esta mal, por ejemplo es necesario preguntarse por el llamado que Dios nos hace, por la situación familiar, por el crecimiento en la vida de virtud, por la situación económica, por el crecimiento en la santidad y así es necesario examinarnos antes de decidir, pero Jesús nos deja claro que no debemos llegar a aturdirnos, a desesperarnos sino que debemos acudir a Él.
Madre te entrego mis pensamientos, sentimientos, afectos, decisiones y acciones, todo lo que soy para que hagas conmigo la voluntad de Dios, para que mi seguridad seas tu, te pido hoy las gracias que necesito para discernir el divino querer en mi vida, para crecer en la caridad, en la humildad, la pureza, la obediencia, la oración y la fidelidad. Amén.
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, ruega por nosotros.
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