Me imagino la actitud de los discípulos, ¡estupefactos mirando a Jesús! ¿Cómo mirar su actitud? Pues los mismos apóstoles, movidos por el Espíritu Santo, lograron comprender que fue el celo el que llevó al Señor a tomar esta reacción, pues ellos no necesitaban más signos, como lo pedían los judíos; comprendían que el Verdadero sacrificio era la inmolación de ellos mismos, que estaba bien presentar bueyes o palomas según la condición económica, pero mas aun era importante venir preparados, no hacerlo como una costumbre mas.
Santísima Virgen, hoy quiero ofrecer mi vida como holocausto de amor a Dios, que mi cuerpo sea templo suyo, para que habite, por eso te pido que me limpies de todo lo que le desagrada, para que nunca se vaya de mi vida, que cada vez que vaya asistir a la Santa Misa, seas tu mamá quien me prepare y lo recibas en mi. Totus Tuus.
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