29 marzo, 2011

MARTES 29 DE MARZO DEL 2011

Hoy, el Evangelio de Mateo nos invita a una reflexión sobre el misterio del perdón, proponiendo una similitud entre el modo de Dios y el nuestro a la hora de perdonar. "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".A Pedro le parece que siete veces ya es mucho o que es, quizá, el máximo que podemos soportar. Pedro resulta el mejor ejemplo, si lo comparamos con el hombre de la parábola que, cuando encontró al compañero suyo que le debía cien denarios, «le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’», negándose a escuchar su súplica y la promesa de pago.

Con relación a esto, el hombre, o se niega a perdonar, o se olvida del perdón recibido. Verdaderamente, nadie diría que venimos de recibir de parte de Dios un perdón infinitamente reiterado y sin límites. La parábola dice: «
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Y eso que la deuda era muy grande. Pero el punto de la parábola es fijarnos del actuar de Dios a la hora de otorgar el perdón. Después de llamar a entregar cuentas a su deudor moroso y de haberle hecho ver la gravedad de la situación, se dejó enternecer repentinamente por su petición afligida y humilde: «Postrado le decía:  "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". Movido a compasión. Esto nos pone en memoria aquello que cada uno de nosotros conoce por propia experiencia y con profundo agradecimiento: que Dios perdona sin límites al arrepentido y convertido. El final negativo y triste de la parábola, con todo, hace honor a la justicia y pone de manifiesto la veracidad de aquella otra sentencia de Jesús en Lc 6,38: «Con la medida con que midáis se os medirá».
Madre Santa que así como espero que Dios tenga misericordia de mí, dame la verdadera gracia de  tener misericordia con el mismo Dios que está en nuestro prójimo.
PAZ Y BIEN

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