02 marzo, 2011

Miércoles, 02 de marzo de 2011. Mc 10, 32-45

El objetivo del Señor –creo– era explicarles y prepararles para la pasión y resurrección, como es algo tan fuerte, separó a los 12 para hablarles nuevamente de esto, porque “los que seguían iban asustados”, pues las almas que Dios prepara para unírsele en reparación, en inmolación, primero le deben conocer y aceptar tal dolor colaborando a la redención, de lo contrario el susto, el temor, el poco conocimiento de Cristo llevará a la desesperación.

Como los apóstoles aún tenían su motivación en el poder, Jesús aprovecha esta situación para corregir, pero también para hablarles de lo que iba a suceder «el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.», así Dios se cerciora de que sepamos lo que tenemos que saber, cuando Él quiere algo de nosotros nos lo explica por todos los medios.

Inevitablemente tenemos que hablar de nuestra Señora, porque «… el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado», está reservado para quien dijo Sí desde el principio, para quien se asoció bebiendo el cáliz, padeciendo, quien estuvo a su derecha cuando reinaba desde la cruz: María.
Madre compárteme tu fidelidad, tu abnegación, tu amor y tu celo, que me lleve a emprender grandes obras de amor e inmolación por las almas.

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