17 mayo, 2011

Conociendo la Divina Voluntad en invierno.

Martes, 17 de mayo de 2011. Jn 20, 22-30

“Mis ovejas escuchan mi voz”

Para creer en Jesús no solo hay que rodearlo como lo hicieron los judíos, no solo hay que preguntarle, sino que hay que escuchar su voz, dejarnos coger de su mano porque de ella nadie nos arrebatará.

El Señor no se queda en argumentos teológicos para defender su Mesianismo, Él habla de un encuentro profundo, de un conocimiento de su corazón, de una transformación de la vida, de la conversión.

Así como Cristo se pasea por el pórtico de Salomón -aún en invierno- debemos permitirle que se pasee por nuestra alma, darle autoridad de que haga su Divina Voluntad en nosotros, incluso cuando sintamos la aridez, incluso cuando el sentimiento esté frío, porque ahí es donde se crece, ahí es donde se adquiere la fidelidad y se obtienen las luces para obrar y conocer a Dios.

Virgen Inmaculada, soy toda tuya incluso cuando nieva en mi alma, solo me refugio en ti y te doy gracias porque me guías al conocimiento profundo e interior de Cristo.

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