16 mayo, 2011

La Inmaculada explica este Evangelio

Evangelio según San Juan 10,11-18. 
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre". 

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Diálogos con la Inmaculada:


Alma: Madre mía, ¿qué tenemos que Dios nos ama tanto?


La Inmaculada: Dios nos ama tanto porque él es el amor. No es que Dios ame mucho o poco, Dios simplemente ama. Pero su amor es un amor verdadero, auténtico, total, definitivo, infinito. En cambio, el amor humano no es más que una participación de ese amor y por lo tanto se parece a él pero no lo iguala.


En este pasaje bíblico se esconde una grandísima enseñanza de cómo es el amor de Dios. Mi amado Jesús es el Buen Pastor, que ama a sus ovejitas y las cuida, pero no lo hace por una remuneración o por un salario sino por un auténtico amor divino que rige todo su ser. Este amor es tan ardiente que le es imposible separarse incluso de la más malvada de las ovejas.


El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, porque la vida es lo más grande que se tiene. No hay nada más valioso que la vida, porque sin ésta todo lo demás pierde su razón de ser. Entonces, el Buen Pastor da lo más valioso, para demostrarles a las ovejitas que nadie las ama como Él.


Alma: ¿Y por qué entonces empieza a hablar del Padre y de Él de una manera tan confusa?


La Inmaculada: No es confusa, antes es muy sencilla. Mira que Jesús siempre invoca al Padre en todas sus acciones y siempre habla de lo que el Padre hace con Él. Mi Divino Hijo quiere hacer con los hombres lo mismo que el Padre. El Plan divino es ASEMEJAR, gratuitamente, a los hombres con Dios. El Verbo encarnado quiere divinizar a los hombres, quiere dignificarlos aun más, quiere hacerlos dioses. Pero los hombres siempre han querido hacerse dioses sin Dios, a su manera, según su parecer. Lo que los hombres buscan y lo que la Santísima Trinidad quiere es lo mismo: la divinización, sólo que los hombres lo quieren hacer sin Dios. ¿Acaso no fue esta la promesa de la serpiente en el Génesis? "serán como dioses".


Alma: Madrecita, ¿qué podemos hacer entonces para salir de este engaño en el que vivimos?


La Inmaculada: Debes hacer precisamente lo que el evangelio de hoy dice: "El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo". Si quieres al Buen Pastor debes amarlo con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con toda tu alma y a las demás ovejitas del redil y a las que no son de este redil como a ti mismo.


Si quieres asemejarte al Buen Pastor debes imitarlo en todo, y practicar lo que practicó, amar como él amó, orar como el oró, vivir como el vivió y amar lo que él amó. Para ser como mi Divino Hijo, primero tienes que hacerme tu Madre. En mi corazón Inmaculado encontrarás el ardor que le falta a tu corazón y la fuerza que no tienes para emprender tan ardua tarea. Para ser como mi Hijo primero me tienes que considerar como tu Madrecita. Tú eres mi vida y yo velo siempre por ti. En mi divino pecho podrás descansar y encontrar fuentes abundantes de gracia porque yo soy la medianera escogida por la Santísima Trinidad para distribuirlas.


Confía en mí y así podrás confiar más perfectamente en el Corazón de Jesús. No tengas miedo de amarme profundamente y de entregarte a mí con todas tus fuerzas. Yo soy la Inmaculada Concepción y de la misma forma que concebí al Divino Redentor en mi seno, podré concebirte a ti para la vida de la gracia y de la santidad. Pero ¿por qué no te atreves a amarme con todas tus fuerzas? ¿qué otra señal buscas para confiar en mí? ¿qué más tengo que hacer para que puedas entrar y vivir en mi Inmaculado Corazón?


Si quieres ser una oveja fiel debes amar hasta el extremo y despojarte de ti mismo. La caridad es la muestra infalible de la unión con Dios y sólo viviendo y practicando la caridad podrás asemejarte a mi Corazón Inmaculado y al Sacratísimo Corazón de Jesús. La caridad debe ser la fuente de todos tus movimientos y el motor de tu vida. La caridad debe ser el combustible de tus oraciones y penitencias. La caridad debe ser la fuente de tus alegrías y sufrimientos. La caridad te introducirá en mi Divino Corazón.


Hijo mío, te amo con toda mi alma y siempre estoy contigo, no temas entregarte a mi Corazón Inmaculado y habitar allí por días sin término. Tu verdadero hogar debe ser el Costado de Cristo, tu verdadera casa debe ser la herida de su Costado. Y para llegar allí, debes pasar primero por mi Corazón Inmaculado.


Alma: Madrecita, quiero y no puedo... ¿o más bien debería decir: quiero y no quiero? Madre mía, aumenta tu amor y así mi corazón no podrá resistirse más. Madre mía, dame tu amor y tu cruz... sólo eso es necesario.


(todo esto es fruto de la imaginación y no corresponde a ninguna revelación privada sino a una invención literaria)


Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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