17 junio, 2011

No somos de este mundo

Evangelio según San Mateo 6,19-23. 
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. 
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. 
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. 
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. 
Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!





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No somos de este mundo, nuestra patria está en el cielo. Entonces, allí en el cielo, en la vida eterna, en la verdadera vida, no en este valle de lágrimas donde sólo alcanzamos a ver de una manera borrosa, descansará nuestra alma, nuestro "corazón". Sólo en Dios encontraremos paz. ¿Por qué nos empeñamos en vivir tan "enraizados" en este mundo? ¿Por qué insistimos en vivir de una manera rastrera sabiendo que sólo en Dios encontrará sosiego nuestra alma?
Los ojos son la lámpara del cuerpo, porque de ellos llega la luz al interior y a lo profundo del ser. ¿Alguna vez te has mirado al espejo a mirar con detenimiento tus ojos a ver qué ves allí? Ayer yo vi unos ojos tristes que reflejaban un alma triste, porque "no somos de este mundo, nuestra patria está en el cielo" y eso bien lo sabemos. Pero si nuestros ojos están enfermos, es decir, si sólo ven lo que quieren ver o lo que les conviene ver ¿Cómo va a estar sana nuestra alma? Es por eso que todo el ser estará en tinieblas cuando nos negamos a ver con ojos sanos, con ojos divinos, con los ojos del Corazón de Jesús y con los ojos de la Inmaculada. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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