03 junio, 2011

Te consumiste

Evangelio según San Juan 16,20-23a. 
Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.
También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. 

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Del llanto a la alegría. Nuevamente vemos cómo los caminos del Señor no son nuestros caminos. Tal como dice Isaías: "Pues sus proyectos no son los míos, y mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yavé. 9 Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes" (Is 55, 8).
La salvación exige "salirnos de este mundo" y pensar con el Corazón de Dios. Para comprender un poco a Dios es necesario dejar de pensar como nosotros y buscarlo a Él, por medio de la Revelación y de la Iglesia.
El reto no es fácil, el panorama no es claro, el camino es pedregoso, pero la meta es la vida eterna, el premio es el mismo Dios. ¿Vale la pena? Claro, vale la pena todo, no importa lo grande que parezca, no importa qué tipo de sacrificios tengamos que hacer, la vida eterna vale la pena, vale la vida.
¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su propia vida? Sólo la vida eterna le da sentido a nuestras vidas, sólo el pensar en el eterno presente que se nos ofrece nos da alas para elevarnos de esta tierra en la cual hemos echado raíces. Sólo la vida futura nos permite elevarnos como las águilas sobre este valle de lágrimas.
Madre Inmaculada, eleva nuestros ojos a la contemplación de Dios, a la contemplación de las cosas divinas, al cielo. Arranca de nuestro pecho los lastres temporales y eleva nuestros corazones a Dios.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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