15 junio, 2011

Mateo 6,1-6.16-18.

Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
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La vida en Dios, debe ser con Dios, en Dios, para Dios y por Dios. Pero nosotros tendemos a vivir una vida para Dios en nosotros, con nosotros, por nosotros y para nosotros. Un verdadero santo vive sólo por Dios y de cara a Él, en cambio, quien se busca a sí mismo está siempre deseando figurar, aparecer, ser visto con agrado, como un santo, como un buen hombre. Quien sólo busca a Dios sólo vive por Él, en cambio, quien se busca a sí mismo, usa a Dios y a sus cosas como un medio para llegar a sí mismo.
La oración, la limosna, la justicia y el ayuno deben ser algo auténtico, es decir, que tenga a Dios solo como su fuente. A veces confundimos las cosas y las mezclamos con un poco de egoísmo, soberbia, caridad, amor a Dios, hipocresía, etc. Una auténtica obra en Dios está libre de estos elementos o por lo menos debe rechazarlos en su totalidad aunque por la misma condición pecaminosa se puedan mezclar un poco en las obras. Lo que importa es que la intención sea sólo Dios.
¿Y cómo lograr esto? Viviendo en María. La Consagración a la Inmaculada nos ofrece la posibilidad de hacerlo todo por, en, con y para Dios por, con, en y para María. Con la Inmaculdada podemos purificar nuestra intención y "afinarlas" en clave de Dios. Con la vivencia de la Consagración adquirimos nuevos elementos para purificar nuestro corazón y nuestras obras. ¿Pero quién es el que vive bien la consagración? Quien vivie en la Inmaculada. Quien obra por la Inmaculada, quien respira a la Inmaculada, quien piensa siempre en la Inmaculada.
Madre Santísima, quién pudiera vivir sólo por ti...
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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